Me escribió un Karamazov

Karamazov-2

¿Qué decir de Dostoievsky que no se haya dicho ya? Mucho es lo que se dijo de la complejidad de sus personajes, de su polifonía, de su existencialismo vital. Lo que más me llama la atención de “Los hermanos Karamazov”  tiene que ver con un aspecto del carácter polifónico bajtiniano: los personajes construyéndose a sí mismos y el autor como uno más en esa tarea. Pero hay algo más. Algo así como un guiño de Dostoievsky al lector para que participe en esa construcción pero que va más allá del sentido hermenéutico o interpretativo que siempre encarará cualquier lector en cualquier circunstancia y cualquiera sea su competencia. Dostoievsky parece incitar a que los lectores sean también constructores polifónicos, esto es, que debatan entre ellos la construcción de los personajes y situaciones. Dmitri parece una ofrenda sacrificial para el debate extratextual mas que un personaje puesto en el microscopio de la opinión lectora; lo mismo sucede con los otros hermanos o el padre. Lo que quiero decir es que Dostoievsky produce Freuds de manera constante, o para decirlo en plan boutade: Freud nunca leyó la novela sino que la novela leyó y escribió a Freud anticipadamente. Por eso, los personajes y situaciones no son tanto objeto de recepción a la manera hermenéutica (Jauss, Gadamer, etc.) como gerentes de personal que nos contratan para que los pongamos de pie, para que los hagamos funcionar. Esa construcción es colectiva y parece romper una cuarta pared literaria: no hay una novela allá y un yo lector acá. Todos estamos construyendo al staretz Zózimo y yo no puedo dejar de pensar en ese personaje o en Aliosha si no es a través de lo que de él hablan los otros personajes y los otros lectores con distintos grados de competencia. Lo mismo sucede con los tremendamente productivos Mishkin, Nastasia Filipovna, Raskolnikov y un larguísimo etcétera. Con Dostoievsky nos descubrimos que no solo estamos siendo leídos premonitoriamente por éste sino que nos vemos inmersos en su escritura, escribiendo a su par. Por eso no debemos compungirnos por la ausencia de una segunda parte de los Karamazov. Esta ya existe, solo que nuestras cabezas no se ponen de acuerdo para plasmarla en un papel en blanco que solo posee Dostoievsky.

N. Patricio Reyes